La llei de telecomunicacions es una farça
2015-04-30 13:14
El periodista Virgilio Dante Caballero aseguró que la reforma a las telecomunicaciones fue una verdadera farsa, porque esas leyes nunca se discutieron, simplemente se impusieron; afirmó que nunca se podrá democratizar a los medios públicos cuando la radio está en manos de 12 familias y la televisión es un monopolio con contenidos mediocres y muy pobres.
Con estas reformas “no solamente no se democratizaron los medios públicos de comunicación pública sino que se hicieron peores”, asentó el fundador y editor de diferentes medios de comunicación como Notimex, Canal 11, Canal 13 y Canal del Congreso, durante una mesa de análisis en la edición 10 de la Bienal Internacional de Radio celebrada en este puerto.
Lamentó el comunicador que los legisladores del país sean abyectos y serviles, porque ni siquiera leyeron las leyes, simplemente las aprobaron como venía en el llamado Pacto por México.
“¿Y saben por qué?”, inquirió Dante Caballero a los asistentes que participaban en la mesa de análisis en una de las salas de cine de Galerías Diana, “porque la telebancada no es un grupo pequeño, sino todos los que la conforman y que sirven a los intereses de las televisoras Televisa y TV Azteca” contestó.
“Algo que es inaudito pero cierto, es el hecho de que desde las dos televisoras fijan la postura y dan línea para que los legisladores voten a favor o en contra de una iniciativa. En otras palabras, podríamos decir que los diputados y senadores están de rodillas ante el poder”.
Sarcásticamente expresó que ocho truhanes decidieron qué tenía que hacer la nación, y eso no es nada grato; por eso animó a los asistentes a que lucharan por exigir e insistir en que ese tipo de leyes son inaceptables e inadmisibles, toda vez que no ayudan al pueblo sino todo lo contrario.
Dijo que todos pensaron que con las nuevas reformas se iba a acabar el monopolio, pero aseguró que no se les tocó ni con el pétalo de una rosa. Lamentó que los castigos que le impusieron al magnate de la telefonía Carlos Slim, fue como una amonestación que le permitió implementar una estrategia para poder vender parte de los activos de su empresa para después formar otra.